Hoy he caído en la cuenta de que mi grupo de amigos ya no podrá volver a discutir nunca más sobre cuál de nosotros será el primero en casarse. Porque eso ya ha ocurrido.
Seguramente lo llegamos a discutir en algún momento hace varios años, pero ya hemos olvidado lo que dijimos entonces. A partir de ahora solamente podremos hacer apuestas sobre quiénes serán “los siguientes” (y esa etiqueta se repetirá sucesivamente hasta que se acaben las opciones, lo cual es poco especial), para olvidarlas del mismo modo cuando llegue el momento.
Alguien ha tirado los dados y ha saltado encima de una nueva casilla. De pronto estamos en una nueva ronda de jugadas, y éstas parecen diferentes a las anteriores. No porque el tablero sea distinto, ni porque estemos jugando a otro juego, sino porque éste ya no es el mismo paradigma bajo el que siempre habíamos jugado. Si somos listos y estamos atentos, probablemente aprenderemos que algunas cosas ya no nos pertenecen, ni nos ayudarán a avanzar a través de las casillas. Que otras habrán de irse, y que las restantes simplemente se transformarán. Igual que nosotros, que dicho sea de paso, hace tiempo que no somos los mismos. Algunos quizá nos atrevamos a lanzar unos dados que llevaban demasiado tiempo cogiendo polvo entre nuestras manos indecisas.
Para que conste: no estoy hablando de la primera boda del grupo con una nostalgia amarga y triste (aunque bien es cierto que siempre he tenido cierta tendencia a la melancolía). Todo lo contrario. Si algo he estado sintiendo precisamente en los últimos días con mis amigos es que la vida solamente acaba de empezar. Algo en el ambiente ha hecho que parezca que las cosas luzcan diferentes y pendientes de estrenar. Veo las cosas bajo una nueva luz. Creo que es bonito observar cómo nada se detiene. Como todo avanza y continúa. Porque de otro modo, significaría que hemos caído en algún lugar infértil en el que nada cambia, y en el que nada crece, y ese es probablemente el peor de los tableros de juego.
Enhorabuena a mis amigos Samu y Lu. Y gracias a todos los demás por formar parte de mi vida, una vez más, y a través de todas las casillas del tiempo.
Sois los mejores amigos que se puede tener, y ya está.