El alegato incompleto de Jo March (2019) o por qué no toleramos la ambigüedad.
28 de febrero de 2025
Jo March 2019

Toda generación tiene su adaptación de Mujercitas, y la nuestra tuvo la suerte de caer en manos de Greta Gerwig (2019) —quien no solamente la dirigió, sino también guionizó, con la sensibilidad suficiente como para revitalizar un clásico muy clásico.

Especialmente a través del personaje de Josephine (y supongo que no estaré haciendo spoilers de una historia de 1868), acompañamos a las hermanas March a través de su proceso de madurez y somos testigos de todas sus inquietudes, expresiones y contradicciones. 

Y en esto de las contradicciones es donde me voy a detener hoy.

Porque me da la impresión de que nuestra generación se ha empeñado en simplificar a Josephine “Jo” March (interpretada en este caso por Saoirse Ronan) y despojarla de todas sus ambigüedades internas, hasta convertirla en una suerte de “mujer monolítica”.

Jo March 2019

“Las mujeres tienen mente y tienen alma, no sólo corazón. Las mujeres tienen ambición y tienen talento, no sólo belleza. Estoy harta de que la gente diga que las mujeres sólo sirven para el amor. Estoy harta de eso.”

La escena en la que Josephine dice esta frase ha sido replicada incansablemente en redes sociales como una especie de “discurso empoderante” de autodeterminación femenina. Pero lo cierto es que la escena no termina ahí. Justo después de decir todo eso, “Jo” añade lo siguiente:

“Pero… estoy tan sola.”

Porque Josephine March es mucho más compleja que un simple discurso inconformista. Es una joven vulnerable tratando de enfrentarse a su madurez como mujer en la década de 1860, y en esta escena, está expresando unas emociones profundamente atravesadas por la contradicción de quien descubre la soledad de un terreno inhóspito al tratar de emanciparse de la idea de amor romántico de la época.

Quedarnos también con esa segunda parte del discurso (una parte quizá no tan agradable, un poco más complicada, un poco más triste, un poco más adulta, con más capas) nos enfrenta a la posibilidad de que la autosuficiencia y la rebeldía de Jo no necesariamente van a ser sinónimo de plenitud o de felicidad para ella. 

Josephine está harta de que le digan que encontrar un marido con el que casarse es lo más importante en la vida, pero al mismo tiempo, se lamenta por no haber encontrado todavía a ese hombre que la ame. Eso no la hace una mujer menos fuerte, sino una mujer mucho más interesante y completa.

Creo que es muy importante comprender que el hecho de que Jo March confiese que se siente sola (por no tener una familia, por no acceder a la vida de una mujer convencional) no invalida su deseo de emancipación, sino que lo enriquece. Lo hace más completo, más humano, más profundo.

Este dilema no es exclusivo de Mujercitas. Lo vemos reflejado también, por ejemplo, en La sonrisa de Mona Lisa (2003), donde el personaje interpretado por Julia Roberts, Katherine Watson, intenta hacer llegar un mensaje de desafío a las expectativas impuestas a sus alumnas en los años 50. Las impulsa a aspirar a “algo más” que el matrimonio y la vida doméstica, y termina descubriendo junto a ellas (especialmente a Joan, una de sus alumnas más brillantes, y que sin embargo renuncia a ir a la universidad porque prefiere formar una familia) que la emancipación de la mujer no es un camino unidireccional

Mona Lisa Smile 2003

Katherine deja Wellesley sintiendo que ha fracasado, pero su legado permanece: no por haber convencido a sus alumnas de seguir estudiando, sino por haberles mostrado que podían elegir estudiar. En Mujercitas, Jo publica finalmente su libro, lo cual es un acto de emancipación personal y profesional, pero su historia no termina con una victoria absoluta ni con una respuesta fácil. Porque la vida misma nunca nos ofrece una sola respuesta. 

La vida es agridulce y compleja, igual que Jo. Igual que Joan.

Josephine March es un personaje fascinante e interesante precisamente porque encarna esa dualidad entre el deseo de separación y la necesidad de unión, y despojarla de esta segunda parte de su speech no la hace una mujer más poderosa. Porque el carácter no se define a través de la coherencia (que se pretende volver monolítica, como he dicho), sino todo lo contrario. Por el conflicto y por la amplitud.

Esa es la verdadera riqueza de Jo March: su capacidad para contener dentro de sí misma todas estas fuerzas (que otros personajes tintados de “feministas” en algunas ficciones modernas ignoran, por ser unidimensionales y básicos) para afirmar y, al mismo tiempo, dudar

Para ser salvajemente libre, salvajemente determinada, y al mismo tiempo, desear profundamente el consuelo a su soledad en los brazos de un hombre que la ame. Porque está harta de que le digan que el amor es lo más importante, pero allá afuera es un mundo hostil, y allá afuera es 1860, y allá afuera se siente sola.

Esta complejidad es lo que construye personajes memorables, personajes multidimensionales lejos de la rigidez y el simplismo de los arquetipos. Cerca del corazón de una mujer vulnerable, inteligente, complicada.

La contradicción no es una debilidad, sino una prueba de que estamos vivos. Elegir un camino no nos exime de dudar —dudar nos vuelve tolerantes, menos radicales, más abiertos y honestos—, y la independencia no nos libra de nuestras necesidades.

Quizá, para Josephine, salir corriendo en busca del profesor Bhaer (para plantarle un beso en los morros, quiero decir) fue un gran acto de valentía, y en última instancia, de poder y autodeterminación.


La escena en cuestión:

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"Las historias no son verdades, pero son realidades. Las historias son útiles. La gente que no tiene historias no vive bien en el mundo. Y las historias son como el agua: cambian su forma, pero siempre encuentran la manera de fluir hacia adelante. Cuando las compartimos, también aprendemos a ser humanos unos con otros."

- Ursula K. Le Guin

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@sarabuin_

Soy fan de Taylor Swift, escribo un blog, y tengo un podcast (todas las pistas apuntan a lo mismo: soy millennial)

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