No sólo hablas en español, también “eres” en español
Nuestra lengua materna está íntimamente ligada a nuestra personalidad: es el recurso principal mediante el cual la desplegamos. Nuestro idioma está en nuestra historia, en nuestro humor, nuestra clase social, nuestra manera de ser, y hasta en nuestra forma de entender conceptos como el amor o la justicia.
Pocas cosas en nuestra vida escapan al idioma. Utilizamos los elementos de nuestra lengua – y nuestra forma particular de usarlos – como cajas en las que metemos todo. Tratamos de encontrar palabras y maneras muy rápidamente, antes de que aquello que estamos pensando o sintiendo se vuelva demasiado complicado, se desordene, o se quede flotando en la nada.
También le asignamos palabras a lo que somos, y a lo que son los demás.
Cuando lo hacemos, lo hacemos en español. Y no sólo en español, también como españoles (en mi caso: como gallega, como viguesa) Lo hacemos como lo que «somos». Porque cultura es idioma y viceversa. Porque identidad es cultura y viceversa. Porque idioma es identidad y viceversa.
Nos entendemos a nosotros mismos y a los demás en este idioma. Nuestros dos apellidos, nuestro acento, nuestra manera de expresar la tristeza o la alegría, nuestro estilo de comunicación… nuestro español forma parte de nuestra experiencia de estar vivos, y por tanto, de aquello que creemos ser.
Nuestra lengua materna no es sólo el idioma que hablamos, también es «el idioma que somos”.
El azul y el verde son el mismo color
Por eso es que aprender a hablar un nuevo idioma es, en realidad, aprender a hablar asecas. Empezar a elaborar, desde el principio, una nueva versión de ti. Llegar a un mundo lleno de cosas que no sabes cómo se llaman, y encontrarte rodeado de personas que ya están llenas de palabras. ¿Qué coño dicen?
Cuando hablas con ellos, sueltas balbuceos dignos del parvulario. Te contestan muy despacio para que les entiendas mejor y algunos incluso ladean la cabeza.
Quisieras demostrarles que eres un adulto que sabe cosas, que tiene una historia y una personalidad, pero aquí no tienes nada de eso. Tu personalidad está en español, y resulta imposible emularla ahora. Intentas mostrarla con acciones, con gestos. Con lo poco de lo que eres capaz.
Quieres traducir lo que eres, pero no puedes. Aquello que has venido construyendo desde que eras pequeño, no está. ¿Por dónde empezarías si es que acaso pudieras hacerlo? Sólo te queda el consuelo de que en español sigues siendo tú. Tu historia y tu inteligencia siguen intactos allí.
A los niños les resulta más fácil. Los nuevos idiomas les colocan en tesituras familiares que no les incomodan, y con las que no renuncian a nada de lo que son. No sienten que en el español se les haya quedado una gran parte de sí mismos, porque apenas han desarrollado nada de eso. Aprenden sin esa frustración.
Ni siquiera conocen del todo bien su propia lengua, por lo que aprender una nueva no parece una escalada tan abrupta.
¿Pero los adultos? ¡Há!
Muchos estamos tan llenos de nosotros mismos, tan apegados a lo que creemos saber y ser, que la mera idea de tener que dejarlo atrás para sentarnos a aprender los nombres de los putos colores nos resulta aterradora. Enorme. Y mucho más difícil.
“Es que yo los colores ya los sé”, nos decimos. Y así vivimos: malamente engañados. Hacemos lo que podemos.
¿Sabías que en algunos idiomas se utiliza la misma palabra para decir “azul” que para decir “verde”? Eso quiere decir que esas dos cosas que a ti te parecen de colores distintos, son del mismo color para el que tienes al lado.
Y aún hay quien dice que los idiomas son sólo palabras.
Learn how to sound native
Internet está lleno de vídeos y artículos en los que se te dan consejos para «hablar inglés como un nativo», pero ¿qué quiere decir eso? ¿Nativo de dónde? ¿Quién es el protagonista de esta historia? Necesito creérmela desde el principio, o si no terminaré volviendo a ser simplemente yo.
Como siempre, porque es todo lo que soy.
Imagino que lo primero que te aconsejan es que decidas dónde naciste (es lo más importante de los nativos). Que elijas un país, zona, y ciudad que te guste. Que esté bien comunicado, que tenga parques y jardines, buenos colegios… sabe Dios.
¿Brighton? ¿Tal vez Nashville? ¿Malta? O quizá tu madre te parió en una bañera en Texas. Eso lo cambiaría todo.
Un idioma puede variar muchísimo, no ya entre países, sino entre una zona y otra, e incluso llegar a manifestarse con palabras y expresiones completamente diferentes en diferentes familias, barrios y códigos postales.
¿Inglés nativo? ¿Cuál de ellos?