O Marisquiño: autenticidad a prueba
18 de agosto de 2023
O Marisquiño Vigo

El pasado viernes 11 de agosto, Carla y yo presentamos Tristes en la Ciudad en directo en el café de Catro a Catro en Vigo. ¿El tema del día? La autenticidad. Nos pareció un tema que venía mucho a cuento con la celebración de O Marisquiño. ¿Por qué? Pues yo te lo explico, porque soy una tía majísima.

Cultura urbana auténtica

O Marisquiño es un festival que reúne durante tres días más de diez competiciones deportivas, así como distintos eventos de arte y cultura urbana.

¿Y qué es la cultura urbana? Muy buena pregunta. No lo tengo muy claro, pero lo que sí sabemos es que si es urbana es que está en la ciudad. Como nosotras. Tristes urbanas.

He estado leyendo que el término «urbano» ya no se relaciona tan literalmente con la ciudad en general, sino con un elemento concreto y muy significativo de la ciudad: la calle. Las calles, los parques, las plazas, los bancos donde uno se come las pipas, etc. La cultura que nace en estos lugares es la que se llama «cultura urbana».

Es decir, que cuando hablamos de cultura urbana hablamos de pintar en la calle, cantar en la calle, bailar en el parque, hacer un teatrillo callejero… que es lo que haces tú cuando te enfadas con tu novio en plena calle y él te dice: «eh, no me montes una escenita».

Escenita nada. Es cul-tu-ra ur-ba-na.

¿Y qué tiene que ver con la autenticidad?

¡Tiene que ver! Porque entre el imaginario de estos movimientos que nacen en la calle y en los barrios, existe la constante carrera por ser «real». En géneros como el rap, por ejemplo, los raperos compiten a menudo por ser «el más rapero», dándole a la propia palabra «rapero» un significado de autenticidad e identidad contundente y simbólico.

Ser «más rapero», «más underground» o «más real» es una de las comidillas favoritas y más repetidas de los raperos, y lo mismo ocurre en otras disciplinas callejeras en las que parece que hay una especie de código férreo inquebrantable relativo al respeto por las raíces.

Una familia sin estructura

Te pongo un ejemplo.

En la película 8 millas, durante una batalla de gallos, el protagonista le decía lo siguiente a su contrincante:

“Fuiste a Cranbrook: un colegio privado. ¿Qué pasa? ¿Te avergüenzas? ¿Este chico es un gangster? ¡Há! ¡Si su nombre real es Clarence! Vive en una casa con sus dos padres, que tienen un feliz matrimonio.”

Lo que venía a decir Rabbit es que vivir en casa con tus padres, y que encima éstos estén felizmente casados, o haber pasado tu infancia en una familia estructurada… te hace menos rapero. Se suele preferir que un rapero provenga de una mala situación personal o social (pobreza, delincuencia, exclusión, marginalidad, etc) porque de ese modo se tiene ganado el Carnet Oficial de Rapero Auténtico Verificado.

¿Te acuerdas de Porta? Él no lo tenía.

El protagonista tuvo que llegar a contar toda su vida de miserias para lograr ser respetado como rapero en un barrio en el que no era visto como más que el chico blanco y flacucho que representaba todo aquello que la comunidad negra y oprimida odiaba.

Batallas de gallos y mainstream

Las batallas de gallos son un elemento de la cultura urbana que me sirve para explicar bien este «problema de lo auténtico» en la cultura urbana. Porque a pesar de haber nacido en la calle, actualmente son un fenómeno internacional que ya va mucho más allá de los parques y las plazas.

Hace tiempo que han dado el salto al mainstream, y como cualquier otro elemento que nace en la calle, su llegada genera disonancias cognitivas. Pese a la influencia que tiene la cultura hip hop sobre su historia y origen, gran parte de los nuevos gallos han aprendido a batallar ya muy alejados de suburbios, e incluso del mismo rap. Evidentemente, no han huido de la policía entre las calles de Detroit después de haber pintado un graffiti.

La corriente mainstream no ha acabado con la imparable fuerza del underground, pero su éxito y crecimiento han influido inevitablemente en el desarrollo y las expectativas de muchos jóvenes apasionados de las rimas. 

Los torneos más conocidos de la disciplina son retransmitidos para públicos internacionales millonarios, dando de comer a centenas de profesionales de la comunicación, desde fotógrafos hasta hosts, pasando por guionistas y diseñadores gráficos. Las batallas tienen temáticas, formatos, y ocurren bajo un temporizador digital gigante.

Hay quien celebra este nuevo paradigma, y hay quien lo lamenta profundamente. Los primeros porque consideran que esta “showificación” es sinónimo de triunfo y consecuencia inevitable de la expansión, y los segundos porque piensan que este panorama irreconocible es ajeno a sus orígenes y está ”falto de autenticidad”.

La carrera infinita de la calle, en O Marisquiño

Parece que la batalla por la autenticidad está tatuada sobre la piel de los movimientos callejeros desde que el mundo es mundo. Antes de las redes sociales, antes de los streams de Twitch, y por supuesto mucho antes de que naciera O Marisquiño.

Los primeros personajes callejeros que conocimos en ficción ya rivalizaban sobre quién había sufrido las peores penurias, quién había pasado más hambre, o quién vivía en un barrio más peligroso.

Eso en Vigo no pasa. #AbelCaballero. Aunque de algún modo, quizá con la vestimenta y la actitud, todavía se trata de hacer prevalecer una identidad de la que ya estamos muy alejados.

Parece que la huella de opresión y marginalidad todavía continúa enraizada entre estas disciplinas, y nunca se desprenderá.

Los «callejeros auténticos» se zambullen en el mainstream con resistencia, como negándose a entender que ya forman parte de algo más grande que sus ideales, y que el concepto de autenticidad original se les ha quedado demasiado grande y etéreo como para contenerlo en sus cuerpos.

Tal vez sea imposible que las disciplinas de la calle abandonen esta carrera por ser «el más real», precisamente porque en el fondo esta lucha y esta huella son parte de una identidad colectiva. Incluso aunque esta autenticidad sea ya tan solo una idea que no existe más allá de la ficción.

¿Tú tienes calle?

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"Las historias no son verdades, pero son realidades. Las historias son útiles. La gente que no tiene historias no vive bien en el mundo. Y las historias son como el agua: cambian su forma, pero siempre encuentran la manera de fluir hacia adelante. Cuando las compartimos, también aprendemos a ser humanos unos con otros."

- Ursula K. Le Guin

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@sarabuin_

Soy fan de Taylor Swift, escribo un blog, y tengo un podcast (todas las pistas apuntan a lo mismo: soy millennial)

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