Así como Bob Dylan se ganó el reconocimiento por su habilidad para transmitir emociones y experiencias a través de sus letras, Taylor ha heredado y magnificado esa tradición compositiva en el siglo XXI, incluyendo no sólo estas intimidades, sino también la ficción y los tintes sociales y políticos de Dylan u otros referentes.
Taylor Swift es la mejor compositora de nuestra generación, y hoy te cuento por qué sus letras se estudian en las universidades.
La historia del verano en que Taylor Swift comprendió el amor.
La magia de Taylor Swift no radica únicamente en su habilidad para escribir bops pegadizos que suenan en la radio, sino en su innegable destreza para construir historias. A través de escenas visuales, vívidas y electrizantes, Swift captura la esencia misma de la experiencia humana.
Comparar su estilo narrativo con el de los grandes artistas de la historia no es una provocación, ni un alegato feminista, ni un intento de intelectualización de lo intrascendente. El contenido de las canciones de Swift está muy lejos de la frivolidad.
Su cuidadoso entramado narrativo, heredado del estilo country que la vio nacer, no sólo hace que sus letras sean más inmersivas y vívidas, sino que también crea puntos de conexión que hacen que las experiencias de las que habla resulten universalmente relevantes, y universalmente cercanas.
Un adolescente que se presenta en el portal de su ex novia para pedirle perdón, un hombre que conduce su coche a medianoche con las ventanas bajadas, o una vieja gloria de los upper class circles americanos que ha olvidado cómo ser feliz… no importa. Al terminar de escuchar un disco de Taylor Swift uno tiene la misma sensación que tiene después de haber leído una buena novela.
Historia de dos ciudades al borde de un ataque de pánico.
Otro de los motivos por los que la discografía de Taylor Swift es tan interesante para algunos profesores es que está llena de referencias literarias. Desde Pablo Neruda hasta Dickens, pasando por la letra escarlata de Hawthorne en New Romantics — una canción de 1989 en la que habla de cómo nuestra generación es la protagonista de un Nuevo Romanticismo literario.
En uno de sus temas más aclamados, The Lakes, Swift se incluye a sí misma entre los poetas lakistas, reconocidos por su exaltación de la naturaleza y su frecuente obsesión por Los Lagos, un idílico distrito inglés.
Los profesores de literatura que ya enseñan sobre ella en las universidades aseguran que muchas de sus letras recuerdan a Sylvia Plath o a Jane Austen, especialmente por sus metáforas y alegorías en relación a la guerra, el hambre y el amor.
“Mis nudillos estaban magullados como violetas. Por golpear las paredes y maldecirte al tiempo que hablaba dormida en mi tumba de silencio. Derribaste los estandartes, te llevaste la batalla bajo tierra. Y tal vez fue un ir y venir de nuestros egos, o tal vez fue por ella, pero los destellos borrosos de la guerra regresan a mí, aún ahora. Todo ese derramamiento de sangre. Trébol carmesí. El dulce sueño se acabó.”
Taylor Swift – The Great War (Midnights)
Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul.
Pero Taylor Swift no sólo cuida el fondo, también cuida la forma.
Esto quiere decir que además de contar grandes historias, lanzar referencias literarias y envolverte en su estilo poético, también tiene una inquietante facilidad para la estética. Para la sonoridad y la métrica de las palabras.
Esta destreza para la rima y los juegos de sílabas se asocia frecuentemente a estilos como el rap, y no es casualidad que muchos artistas y apasionados de este género hayan puesto su atención en la gustosa sonoridad de sus letras. Willow o Death By a Thousand Cuts son sólo algunos ejemplos.
Por otra parte, Taylor Swift raramente cambia la sílaba tónica de las palabras, ajustando las frases y las melodías para no alterar la entonación que tendrían al pronunciarse de forma hablada. Esto le da a sus letras una naturalidad muy especial, y una cadencia que de nuevo recuerda al rap o al teatro musical, estilos en los que el artista te cuenta una historia o te recita un poema acompañado de música y cuyas sílabas parecen ajustarse perfectamente al ritmo.
También del rap, Taylor Swift hereda la fijación por las estrofas, que a menudo son más importantes o más intrincadas que los estribillos. De algún modo, los estribillos de Taylor están ahí para dar un «respiro» a las estrofas, o para servir como hilo conductor en la historia que cuenta en el resto de párrafos. Son las estrofas, junto a los famosos plot twists de sus puentes las que vertebran y sostienen la verdadera esencia de sus narrativas.
Un fenómeno literario poco común.
Es innegable que Taylor Swift ha alcanzado el estatus de fenómeno literario en la música contemporánea. Su habilidad para tejer narrativas complejas la coloca, bajo mi punto de vista, en una categoría única. Sus letras no solo resuenan con la frescura y la autenticidad de la experiencia humana, sino que también revelan una maestría artística que ha capturado la atención de académicos y aficionados por igual.
Taylor Swift ha trascendido las barreras de la música convencional para convertirse en una fuerza imparable. Sus canciones son relatos, poemas y ensayos disfrazados de pop. Y así, se consagra como una figura única y atemporal, una escritora de nuestro tiempo cuyo legado literario perdurará mucho más allá de las listas de éxitos de Spotify.