La promesa probablemente exagerada de un The Eras Tour Lisboa histórico se presenta frente a mí como un pedazo de sueño americano. Me acerco al estadio nerviosa, como a punto de besar por primera vez al capitán del equipo de fútbol del instituto. El poder de la expectativa es a menudo poco práctico.
Por suerte, no es difícil deshacerme de mis pensamientos infantiles. Al llegar allí sólo puedo referirme a la realidad portuguesa en términos poco románticos: por dónde se entra, por qué está tan mal señalizado, en qué idioma debo dirigirme al responsable de seguridad, y qué cantidad de Friendship Bracelets hacen falta para parar una bala. Un rollo.
Por eso me pasé al marketing: soy mejor prometiendo besos que besando.
Los fans que se agolpan ahora a nuestro alrededor son inexplicablemente jóvenes y tan frikis como cabría esperar. Pero no es un insulto: yo misma llevo un colgante con una bota de cowboy. Y digo que se agolpan porque eso es lo que hacen. Uno no necesariamente entra al estadio en el mismo orden en que llegó, y el que está a nuestra derecha lleva esperando cuatro horas más que nosotros. Será que soñar es efectivamente gratis.
Llegados a este punto, el tiempo no transcurre. Y como dijo Taylor Swift: «it’s like I’m paralized by it». Pero una pop star como ella raramente se enfrentaría a la posibilidad de impacientarse sobre el asfalto caliente como nosotros. Sólo manicura y brillantina.
You are the Only Exception
«Merece la pena», me digo a mí misma, ya en el interior. Rechazo un par de tragos de agua para evitar tener que ir al baño, lo cual es probablemente una idea pésima. Todo con tal de no admitir que tengo necesidades. ¿Ir a hacer pis en mitad de un concierto de Taylor? Por ahí no paso.
Lo bueno de ir a ver a una artista de la talla de Taylor Swift es que los teloneros no son un grupo local de garaje desconocido. Son nada menos que Paramore, que en algún momento fue un grupo local de garaje desconocido, pero ahora es una de las bandas de rock más importantes para cualquier millennial con un pasado emo punk que se precie. Una Hayley Williams envidiablemente talentosa prepara al público para lo que, dice, será una noche histórica. Entre bailes raros e indudable carisma, llegan de nuevo los pensamientos románticos y mis primeras lágrimas. Porque después de todo, I’m still into you.
Paramore se despide y se pone en marcha la cuenta atrás para Taylor Swift. Suena Applause de Lady Gaga y una de Ice Spice. Un par de cánticos entre el hype y llegan los últimos diez segundos.
Por fin empieza The Eras Tour.
The Eras Tour Era (eras tour version)
Una Taylor Swift vestida de muñeca Barbie se aparece como por arte de magia de entre una especie de pétalos de rosa gigantes y empieza a cantar Miss Americana. Para cuando me quiero dar cuenta de dónde estoy, Cruel Summer ya se me ha escurrido entre los dedos y la era Lover se torna resbaladiza. Todo va muy rápido.
«Necesito más tiempo«, pienso para mí misma.
En realidad, el verdadero inicio del concierto llega para mí con Fearless, cuando You Belong With Me y Love Story nos llevan «de vuelta al instituto». Taylor Swift estuvo ahí cuando cada una de estas miles de personas se des-enamoraron por primera vez, y eso nunca se olvida. De ahí lo de los corazones al aire.
El guitarrista sigue siendo el mismo que en 2008: Paul Sidoti, que tendrá varios momentos merecidos de protagonismo durante el concierto.
Un par de chants y guiños a la adolescencia después (y tal vez alguna pedida de matrimonio), nos hemos plantado en la era Red. Una de las bailarinas saca una caja de música llena de todas las canciones que Taylor no va a cantar y que desgraciadamente son algunas de mis favoritas. En particular State of Grace.
Se nota que Taylor Swift ha intentado dejar atrás las mínimas canciones posibles, haciendo un concierto muy largo, ahorrando tiempo en estrofas, haciendo muchos mash-ups, y colando infinitas referencias a canciones que no va a cantar. The Eras Tour es un baúl de los recuerdos en el que ya no cabe nada más. Una caja roja como aquella, llena de viejos trastos y a punto de explotar. No cabe ni un alfiler.
Por eso es que All too well (10 minutes version) llega para mí como una pausa que agradezco entre un show que de cualquier otro modo está siendo frenético. Pude escuchar con algo más de atención, mirar a mi alrededor e incluso cerrar los ojos sin miedo a estar perdiéndome algún tipo de coreografía, efecto visual o cambio de vestuario.
De acuerdo. Estoy aquí.
Cae el sol tras las gradas y la segunda tanda de dramatismo en lo que suena uno de los mejores puentes jamás escritos. Sin exagerar ni nada.
Reputation Stadium Tour
La era Reputation entra muy fuerte justo después de Enchanted, la única canción de Speak Now.
Bajo mi punto de vista, Reputation es la era más digna de un estadio como este. Electropop comercial, estribillos pegadizos y un show visual muy potente. Uno de los momentos más divertidos y fuertes del concierto, especialmente con el mashup de Don’t Blame Me con Look What You Made Me Do.
Todo el imaginario oscuro y viperino está a la altura de un show como este. Las coreografías y visuales son coherentes para lo que piden las canciones y el público, y quizá por eso Reputation es, para mí, la era que mejor encaja en el concepto The Eras Tour.
Por desgracia, no se puede decir lo mismo de Folklore y Evermore. Dos de mis discos favoritos de Taylor Swift, y que sin embargo, se quedan cojos a nivel de espectáculo. No son discos preparados para el show, sino para la intimidad. Y aunque Taylor intenta hacer una especie de «intimidad a lo grande», ésta resulta extrañamente teatrera. El concepto no llega a ser lo suficientemente sencillo y desnudo, pero tampoco lo suficientemente espectacular. Está en algún extraño lugar en medio.
El set Folklore-Evermore resulta en un parque de recreación lleno de árboles y fantasías victorianas montado para que, de algún modo, entiendas de forma visual el escenario en el que ocurren las historias que cuenta. Marjorie y My Tears Richochet fueron mis favoritas. Que en paz descansen mi madre y mi abuela.
Por supuesto es de valorar el trabajo de escenografía y coreografía, puesto que no es fácil trasladar al escenario estos álbumes escritos durante el confinamiento, demasiado encerrados e introspectivos como para sacarlos ahí afuera, al nivel de una diva.
Nada importante. Tan sólo el tipo de champagne problems que olvidarás cuando conozcas a la mujer indicada (y esa no soy yo).
Del campo a la ciudad
Del campo nos vamos a la gran ciudad, cuyo prometedor skyline se divisa entre las colinas. La chica del campo se muda a Nueva York. Calles abarrotadas de urbanitas, cazadoras, bicicletas y maletas cargadas de ilusión. Sin duda hablamos de 1989, uno de los álbumes más relevantes en la carrera de Swift. Shake It Off, Blank Space y Bad Blood son ya clásicos de la radio que todo el mundo reconoce y accede a bailar. Evidentemente, no podía marcharse sin cantarlas.
Ni rastro, como esperábamos, de Welcome to New York, Out of the Woods, New Romantics o You are in love.
Muchas de las canciones que sí cantó durante The Eras Tour antes del realease de The Tortured Poets Department tuvieron que quedar atrás para hacerle sitio. Alguna de ellas muy queridas por los fans, como The Archer o Tolerate it.
De todos modos, mereció la pena. El nuevo disco no pasó inadvertido. La puesta en escena con estética de manicomio volvía a lanzar guiños constantes a las letras, pero con un punto quizá menos infantilizado, ligeramente más adulto.
Pero The Eras Tour no dejaba de parecer una especie de cuchara voladora en forma de avión para que los niños se comieran la comida. Y yo no la necesitaba, porque me iba a comer la comida de todos modos.
Who’s Afraid of Little Old Me y The Smallest Man Who Ever Lived son espectaculares. El puente de esta última es una de mis partes favoritas del disco. La escenografía con la plataforma móvil es muy original, y los bailarines son pequeñas joyitas, profesionales que giran con ella y que prácticamente son co-protagonistas del show. Por no hablar de las back-up singers, que no tienen nada de back. Están en primera línea. Son gente con cara y nombre, y está más que claro que Taylor Swift sabe rodearse bien.
The Eras Tour Lisboa (cansancio version)
El acoustic set llega como agua de mayo. Necesitábamos una pausa en mitad del show para mirarnos a los ojos, quizá por segunda o tercera vez. A la guitarra, un mash-up entre Come Back… Be Here y The Way I loved You. Y al piano, un mash-up entre Fresh Out The Slammer y High Infidelity.
¿No vamos a escuchar ninguna canción entera y completa en el set acústico? Parece que no, y está claro que es culpa nuestra. Le pedimos demasiado. Shame on us.
La era Midnights se presenta, por desgracia para mí, como una promesa de liberación: por fin llega la última era. Y si esto es lo que pienso yo, que soy una fan acérrima de Taylor Swift, ni me quiero imaginar lo que piensa cualquier otro. Las desventajas de un concierto tan largo, supongo.
Por supuesto, todo está medido al detalle. Posiciones, timing, atrezo y producción, coreografía, dinamismo, vestuarios…el show es muy impresionante a este nivel. Culmina con fuegos artificiales y confeti flotando por el aire, envolviendo al público de pista en un momento festivalero súper divertido al tiempo que suena Karma y el equipo de despide.
Something different bloomed, writing in my room.
Si alguien me pregunta por qué me gusta Taylor Swift, no diré que es porque tiene un show muy espectacular o porque es una diva. No diré que es porque tiene una gran voz o porque su presencia escénica es impactante. En realidad, diré que me gusta por las historias que cuenta. Por cómo escribe sus canciones, y por cómo me identifico con ellas. Ya hablé de ello en mi anterior entrada: Por qué Taylor Swift es un fenómeno literario poco común.
Es por eso que era obvio que The Eras Tour difícilmente iba a ser un verdadero reflejo de lo que realmente me conecta con ella. Porque como le dije a un buen amigo: eso sólo lo puedo vivir en mi habitación.
Pero no es una crítica. Eso ya lo sabía antes de comprar la entrada.
Los momentos que pasé con mis amigos frente al escenario fueron increíbles, y seguramente algo que siempre recordaré. Marjorie y Betty fueron para mí los highlights más emocionantes (pero no de mi senior year, porque ya soy muy mayor), mientras que Don’t Blame Me + Look What you Made Me Do y Shake it Off fueron los más divertidos. Clap, clap, clap.
Lo que tuve la oportunidad de ver fue, sin ninguna duda, espectacular. Un show único que muy pocos artistas sabrían atajar y que, claramente, solamente podría ser producto de Taylor Swift.